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LOS COCINEROS, PERSONAS SENSIBLES A LA MAGIA DEL FOGÓN

Apartar al niño de la cocina, es condenarlo a un exilio
que lo aleja de sueños que nunca va a conocer.
Los valores ovíricos de los alimentos se activan
al seguir su preparación. Dichoso el hombre que,
siendo niño, dio vueltas en torno al ama de casa.

Gastón de Bachelard.

Cocinar.- Guisar la comida que sirve de alimento a las personas y que suele servirse a la mesa. Término acuñado por «un competente equipo de especialistas», en La cocina de la A a la Z, (Ediciones B. S.A., 1991).

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En esta entrada, me referiré a los hombres que guisan, a los cocineros. Comienzo con las definiciones que, diferentes autores, dan al término cocinero.

  • – Artista de la cocina o burócrata de los pucheros. Tampoco tiene término medio. Elena Santoja, Diccionario de cocina. (Aldebaran, 1997).

Mirar a los hombres cocinar, esto es, ellos parados frente a la estufa y ejecutando acciones culinarias -removiendo con una cuchara en una cazuela o, con una pala en una sartén-, acción de mirar que esta orientada a querer saber, cuales han sido las motivaciones o circunstancias que han orillado a estos hombres a cocinar, ¿es por gusto o por necesidad?, ¿disfrutan haciéndolo o es una obligación? Esta es la maravilla de la fotografía, que más que respuestas, nos lleva a un sin fin de preguntas.

  • – Persona que tiene por oficio guisar. Carlos Delgado, Diccionario de gastronomía, (Alianza Ediciones del Prado, 1985).

Ya sea la caricatura o la fotografía, ambas imágenes muestran a unos cocineros que realizan prácticas culinarias en la búsqueda del sazón adecuado y certero en sus guisos, y que solo la experiencia puede darles. Hay pues, una especie de poder cuando, a base de prueba y error, se llega al sazón deseado, cuando el estilo se afirma y la imaginación se libera.

  • – Persona sensible a la magia del fogón. La preocupación por mejorar y afinar los fondos y las salsas se expresa en las obras de los maestros con un lenguaje propio de la alquimia. E. Neirinck y J-P. Poulain, Historia de la cocina y los cocineros, (Editorial Zendrera Zariquiey, 2001).

Mi papá, Miguel Martínez López, era un gran cocinero. En los tiempos libres que su trabajo de permitia, él buscaba mejorar y afinar las recetas que, aqui y alla, recolectaba. Al cocinar, le gustaba desde ir al mercado a comprar todo lo necesario, hasta levantar la cocina un vez que había terminado de guisar. La cocina poblana y oaxaqueña era su especialidad, lo mismo preparaba una buena sopa -mi nieto Andrés recuerda especialmente su sopa de fideo- que un buen mole, ya fuera poblano o oaxaqueño. Igual podía hacer unos deliciosos guisados, como un buen licor, -el anís era su especialidad.

  • – Mauricio Garcés en pose para la portada de la revista La Familia, (Editorial La Familia, 1962).

Una periodista de La Familia, llegó a casa de Mauricio Garcés pidiéndole un reportaje y que posara para la portada de la revista, él accedió gustosamente y no solo eso, sino que él mismo se hizo la entrevista. En el contenido de la revista, en la sección de Reportajes, aparece como Mauricio Garcés Entrevista a Mauricio Garces, un relato donde él dice que «Me puedo preguntar lo que sea, contestar lo que quiera y hablar de los que se me antoje». Solo que, en la entrevista, no se menciona el porque él elige aparecer como cocinero.

Mauricio Garces, 1962

tenedor

EL TENEDOR Y SU IMPORTANCIA EN LA MANERA DE COMER Y LAS ARTES DE LA MESA

No limpie usted nunca con la servilleta los platos
ni los tenedores en un domicilio particular.
Este ejercicio, con el que algunos invitados pretenden
demostrar sus hábitos de limpieza, suele producirles
  -ignoramos por qué- muy mal efecto a las dueñas de casa. 

Julio Camba, Normas del perfecto invitado, s/f.

“Cada elemento de menaje tiene su significado y su historia, su leyenda negra, su anecdotario sentimental. El tenedor, sin ir muy lejos, esconde un pasado turbulento por su origen luciferino, por ser descendiente directo del tridente de Satanás”, esto es lo que, acerca del tenedor, comenta festivamente José Manuel Vilabella en su libro DELIRIOS GASTRONÓMICOS, (Alianza Editorial, Madrid, 2005. Pág. 120).

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

En los comienzos de la humanidad se comía con los dedos. Sin embargo, por necesidad y por el refinamiento de las costumbres sociales en las maneras de comer y en las artes de la mesa, empiezan a aparecer diversos elementos de menaje, entre ellos el tenedor. Su función era contener los alimentos que difícilmente podían tomarse con los dedos. Inicialmente, los tenedores tenían dos puntas largas y se usaban para sostener las carnes para poderlas rebanar. Después evolucionaron a tres puntas, aunque en el protocolo cortesano se les consideraba como juguetes femeninos. Los tenedores siguieron afinándose lográndose formas diversas hasta llegar a los que conocemos hoy de cuatro puntas.

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

De voz de seis autores – Anina Jimeno, Massimo Montanari, E. Neirinck, J-P. Poulain, Julio Camba y Laura Pérez, conoceremos sus puntos de vista y opiniones respecto a la aparición del tenedor y su importancia en las artes de la mesa y la manera de comer.

  • Anina Jimeno Jaén:

La costumbre de comer con los dedos existe desde los albores de la humanidad y perduró hasta bien entrado el Renacimiento. Era común tomar la comida con las manos y luego limpiársela en las propias vestiduras o en los paños que cubrían las mesas o bien en el pelaje de los perros que rondaban alrededor de los comensales. En la incipiente cultura de los cubiertos los primeros tenedores tenían dos puntas largas que se utilizaban para manipular las carnes en las cocinas o para fijarlas y poderlas rebanar; después evolucionaron y en vez de tener dos púas o dientes tenían tres, y más tarde cuatro. El tenedor personal lo inventaron los bizantinos, cuyo despliegue del lujo, la sofisticación y la magnificencia en el protocolo cortesano está más que bien documentado. Para los europeos todo comenzó en Venecia en el siglo XI cuando Teodora, princesa bizantina hija del emperador Constantino, introdujo el uso de este artefacto en su corte. Al principio a los italianos no les hizo ninguna gracia; cosa tan antinatural que hasta fue tratada de diabólica, en los púlpitos de las iglesias no se podía tolerar ¡con lo bien que se comía con los dedos! Pero no hubo nada que hacer, Italia claudicó y adopto el tenedor porque en aquella época todo lo que venía de Venecia era la máxima expresión de la elegancia, el refinamiento y las buenas maneras. EL SABOR DE LAS PALABRAS, (Aguilar, México, 2008, Pág. 271).

Viñeta. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Viñeta. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

  • Massimo Montanari:

El tenedor apareció como forma de extremado refinamiento de las costumbres sociales (muy discutido) o como necesidad, para acostumbrarse a comidas como la pasta, muy calientes y escurridizas, que difícilmente podían comerse con las manos. Por ese motivo aparece en Italia antes que en otros lugares, porque fue allí donde, ya en los últimos siglos de la Edad Media, se afirmó la cultura de la pasta. Pero para las carnes, el uso del tenedor seguía pareciendo antinatural e higiénicamente discutible. LA COMIDA COMO CULTURA, (Ediciones TREA, España, 2004 Pág. 59).

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

  • Neirinck, J-P. Poulain:

Comer a la italiana: aparición del tenedor … La principal influencia italiana no se refiere estrictamente a la cocina sino más bien al servicio, a las artes de la mesa y la manera de comer. Para comenzar, el tenedor nos llega desde Venecia y Florencia entre el equipaje de Catalina de Medicis. Su uso, sin embargo, no se volverá sistemático hasta la moda de las fresas y los cuellos de encaje que se impone durante el reinado de Enrique III, desde 1574. El refinamiento consiste en evitar a los comensales el contacto directo con los alimentos. LA HISTORIA DE LA COCINA Y DE LOS COCINEROS, (Editorial Zendrera Zuriquiey, Barcelona, 2001, pág. 28).

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

  • Julio Camba:

Había en Europa desde el siglo XV unos tenedorcitos con mangos de cristal, ágata o marfil y púas -solo dos- de oro o de plata; pero estos juguetes femeninos no se usaban más que para la fruta. LA CASA DEL LÚCULO O EL ARTE DE COMER, (R&B Ediciones, San Sebastián, s/f, pág. 129).

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

Colección Familia RojanoMartínez, 2015. Fotógrafa Lilia Martínez.

  • Laura Pérez Sandi Cuen:

Los tenedores en el siglo XIX eran pesadas piezas de plata que siguieron afinándose, y poco a poco van lográndose formas diversas, entre los que conocemos actualmente están el tenedor de mesa, para ostras, caracoles, pescado, fruta, ensalada, pastel, coctel y fondue. USOS Y COSTUMBRES EN TORNO A LA MESA, (Plaza y Valdez, México, 2007, pág. 179).

Viñeta. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Viñeta. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

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