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CHALUPAS Y MOLOTES, ANTOJITOS PARA LOS SIBARITAS, VORACES Y GLOTONES POBLANOS

Se me hace agua la boca
al recordar los molotes del Paseo
Bravo, frente al Colegio Howard.
 Miko Viya, Puebla tiene 450 años, 1961.

Las chalupas. José Luis Ibarra Mazari, que de todo hacía un motivo de crónica y comentario, en su libro Balcones (BUAP, 1991), con un lenguaje sencillo y cotidiano y en “un puñado de balcones”, conversa sobre los temas que le interesan, lo “que ocurre en la casa, en el café, el billar, la cantina o la oficina”.

De los deliciosos antojitos de las ferias, Ibarra Mazari menciona a las chalupas, “que en estas ferias alcanzan niveles de prodigio”. También dice “que, hasta hace pocos años, el defeño cuando venía a Puebla, una de las cosas que buscaba eran las chalupas de San Francisco”. Termina diciendo que los antojitos “hacen de las calles de Puebla, el edén del goloso exigente”.

Kioscos de chalupas en el Paseo de San Francisco, Fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez, 1947. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Kioscos de chalupas en el Paseo de San Francisco, Fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez, 1947. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Chaluperas en el Paseo de San Francisco, Fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez, 1947. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Chaluperas en el Paseo de San Francisco, Fotógrafo Juan Crisóstomo Méndez, 1947. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

En el rumbo que vivimos nos tocan las chalupas de las fiestas patronales de El Carmen, El Perpetuo Socorro y San Baltasar. Mas todos los días las podemos saborear en el jardín de La Concordia.

Chalupas en el Zócalo, 2016. Fotógrafa Lilia Martínez

Chalupas en el Zócalo, 2016. Fotógrafa Lilia Martínez

Los molotes. Rafael M. Serrano menciona que en los años treinta del siglo XX, cuando él y sus compañeros salían de la fábrica donde trabajaban, “nos íbamos a comer molotes, lo que eran señores molotes, no ahora que quien sabe cómo los hacen que son duros, unos molotes, así grandotes, de papas, rajas, tinga, de sesos, de quien sabe que tantas cosas… Íbamos con esa señora que nos conocía tanto que hasta nos fiaba, cuando no llevábamos dinero. Comíamos uno o dos o tres molotes, ¡ay! que sabrosos. Cuando uno es chamaco es más tragón que nada”. Esto se lee en el libro de Polo Noyola Cien años de recuerdos poblanos, (BUAP, 210).

Un tema más de los “balcones” de Ibarra Mazari, son las moloterías, de las que comenta: “tiene un nombre bello y discreto, La Pequeñita, y es la más concurrida de cuatro moloterías que están cerca del PRI y del Congreso del Estado” y pregunta “con relación al consumo eventual que de regios molotes de La Pequeñita hagan los diputados: de los que preferirán papa, tinga, sesos“. Ibarra Mazari opinaba que era “indignante que ya con el regio manjar le pregunten a uno: salsa verde o roja…? Uno tiene que contestar ásperamente que es poblano y por eso sabe comer molotes a la manera clásica: sin salsa alguna. Pero no es culpa de quienes venden, sino de quienes compran y comen”.

Ibarra Mazari retoma el tema de los molotes en otro Balcón, donde habla de las delicias que se pueden saborear en las grandes ferias de la ciudad: El Carmen, Analco, San Antonio, San Francisco, Señor Santiago, San José y muchas más, donde se pueden disfrutar de los “molotes de tinga, chicharrón, papa, sesos, picadillo y requesón”.

Ahora (2016) están haciendo unos molotes muy grandes -más no siempre significa mejor. En lo personal, sigo prefiriendo aquellos molotes chicos, ya que su tamaño permite saborearlos apropiadamente, también porque se pueden comer dos o tres de diferentes contenidos y, como decía Ibarra Mazari, los prefiero sin salsa y sin crema, “a la manera clásica”. Los comemos en un zaguán de la calle 16 de septiembre, por El Carmen, y en el jardín de Santiago, me refiero a los molotes chicos, porque los grandes ya los hacen casi por todos lados.

Chalupas y molotes. Consultando la bibliografía con la que cuento, en el Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla (Tipografía de Isidro M. Romero, 1897) están las leyes que tienen relación con las obligaciones del Policía, “A ellas debe el gendarme toda su atención y estudio, para que, conocedor de sus deberes, cumpla con eficacia la importante misión que desempeña”. Lo importante de este libro es que, en el rubro de COMESTIBLES, desde 1886, ya aparecen las chalupas y molotes y sus “reglas de la fabricación”, las presento a continuación:

Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla. Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla. Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla. Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla. Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

CHALUPAS Y MOLOTES

Disposiciones Municipales de 12 de Agosto de 1886.

1.a Son libres las ocursantes para expender en el lugar de propiedad privada que más les acomode, los comestibles a que en su ocurso refieren.

2.a Se prohíbe su confección en los quicios de las puertas que comunican con la vía pública, y orillas de las banquetas.

Reglamento Municipal de 10 de Diciembre de 1895.

Art. 15° No podrán establecerse las cocinas ambulantes para la confección de las llamadas chalupas, molotes ó cualesquiera otros guisos en las calles ó plazas públicas; y las que se sitúen en los zaguanes de casa particulares, colocarán sus braseros á un metro cuando menos de distancia de los quicios de las puertas hacia el interior. Solo con previo permiso de la autoridad podrán situarse estos puestos en establecimientos destinados a otros giros”. Prontuario de Policía o sea recopilación de disposiciones municipales de la ciudad de Puebla. “A ellas debe el gendarme toda su atención y estudio, para que, conocedor de sus deberes, cumpla con eficacia la importante misión que desempeña”.

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