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LA ESTUFA ELÉCTRICA, SU PRETENSIÓN: COCINA MEJOR

La estufa eléctrica intentó sustituir a la llama viva
que había acompañado a la humanidad durante milenios.
Autor desconocido.

En el hogar moderno los aparatos eléctricos se fueron imponiendo en la cocina por su limpieza, su comodidad y, con el tiempo, su economía. En México, en 1932, las empresas General Electric y Westinghouse Electric Internacional, promovían la estufa con electricidad como fuente calorífica para cocinar. Estas compañías organizaban  eventos especiales para enseñar a las amas de casa a cocinar con estas estufas eléctricas, sólo que los aparatos no tuvieron la aceptación que estas empresas esperaban.

La Cía. De Tranvías, Luz y Fuerza de Puebla”, en la Revista de Oriente de 1934, anuncia un “Gran acontecimiento ¿Desea Ud. tener un hogar moderno? Aproveche estas dos grandes oportunidades que le brindamos: Nuestra tarifa especial, combinada para alumbrado y calefacción con lo cual su gasto será sumamente económico y nuestras condiciones de venta especiales con las que podrá adquirir -una estufa eléctrica-Instalada gratuitamente en su propio hogar. Señora de la casa: Adquiriendo este equipo, solucionará Ud. el problema de su hogar y tendrá en el mismo Comodidad. Rapidez. Economía. Cocine con electricidad”. En el Almanaque Dulce de 1935, se promueve la estufa que “Cocina Mejor y Más Fácilmente. Con la cocina electro-automática Westinghouse, la comida adquiere un gusto que deleita al paladar. Esto se debe a que los jugos naturales de la carne, de las verduras y hortalizas se retienen en las substancias alimenticias, cuyo sabor se realiza mediante la acción del calor eléctrico. Economía de tiempo y trabajo. Todo lo que hay que hacer es poner el reloj en el momento de comenzar a cocinar, colocar el asado en el horno y no ocuparse más del asunto hasta que llega la hora de servir. Pida informes a la Cía. Westinghouse Electric Internacional”. En ese entonces la compañía tenía oficinas en Monterrey, Guadalajara y México D.F.

El uso de las estufas eléctricas en México no se popularizó, pues las cocineras mexicanas ya se habían adaptado a las estufas de gas o petróleo, y  otras por falta de recursos, seguían empleando el brasero con carbón o la leña en la “cocina de humo”. Además, porque se decía que estas estufas “hacían mal al hígado”. Así que las estufas eléctricas solo las conocí en los hogares de empleados de la Comisión Federal de Electricidad que, como una prestación más, otorgaba a sus empleados el servicio de energía eléctrica sin costo.

Los hornos eléctricos si tuvieron un relativo éxito. El recetario Pastelería y Repostería Moderna del año 1940, contiene en su interior el anuncio de las Estufas y Hornos Eléctricos “Ideal”, con los “Nuevos Modelos. Importantes Reformas. Varias Graduaciones de Calor Uniforme. En abonos desde $5.00 Quincenales. En uso desde hace 25 años en todas las Escuelas de Economía Doméstica y en cincuenta mil Casas y establecimientos diversos, por ser los únicos que dan servicio completo. Construcción sólida, fácil manejo, calor absolutamente uniforme (con varias graduaciones), y gran economía en fuerza. Duraciones garantizadas por más de Diez Años Clases diarias de Repostería y éste magnífico libro de recetas gratis, a nuestras clientes. Hay de varios tamaños, a precios muy razonables. Venga a verlos trabajar o pida usted un agente con muestras a su domicilio, quien le dará las mejores condiciones. D.F.”

Mi abuela Aurora utilizó un horno eléctrico solo para repostería, en el que preparaba panqués y galletas. Los días de mi cumpleaños, ella me visitaba con un gran ramo de flores, y en una linda bolsita, mis galletas favoritas. Eso sí, cuando ella llegaba –a las 8 de la mañana- tenía que estar bañada y vestida y con mi cama tendida. Era un gran placer recibir sus obsequios, eran una demostración del cariño que ella me tenía. Cuánto amé a mi abuela Aurora.

Como hemos visto, cada uno de los fuegos –leña, carbón, petróleo, gas y electricidad-  han tenido sus propias ventajas y limitaciones, lo que en conjunto constituye, una característica de sus propios tiempos y de sus múltiples usos.

Estufa eléctrica H.E. Gerber y Cia., Almanaque Dulce, 1935. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Estufa eléctrica H.E. Gerber y Cia., Almanaque Dulce, 1935. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

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Moderna estufa eléctrica Westinghouse con horno incorporado, Almanaque Dulce, 1936. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

 Horno eléctrico “Ideal”. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Horno eléctrico “Ideal”. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Horno eléctrico “Ideal”. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Horno eléctrico “Ideal”. Viñeta, Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

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Estufa eléctrica con horno automático, libro “De la Plancha a la cocina electrificada”, 1957. Biblioteca de la Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

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EL GAS, EL COMBUSTIBLE MODERNO

La cocina como muchas otras cosas, solo puede sobrevivir  
si se renueva y se adapta a los cambios.
Curnonsky.

En México, la estufa de gas apareció a finales de la década de 1930 -una plancha de metal esmaltada en blanco de cuatro quemadores, debajo de los cuales está el horno y un cajón calienta platos-, y ya en los años cincuentas eran comunes en las cocinas mexicanas. El gas como combustible posibilitó en las estufas la concentración de la fuente calorífera, ya que la llama abierta quedó confinada en los límites de un quemador circular, lo que facilitó controlar la intensidad de la llama. Una ventaja más de estas estufas era contar con un termostato para regular la temperatura del horno, ingenioso diseño que revolucionó el quehacer cotidiano. Nuevamente, son las revistas femeninas el medio de difusión de las nuevas estufas. En enero del año 1940, la revista Mignon anuncia que la Agencia Grafos es una casa “progresista” que comunica las bondades de usar una estufa de gas: “Este sistema, una vez que sea conocido, se generalizará completamente pues en él se emplea un derivado del petróleo, que tanto abunda en nuestro país. Este derivado es el gas embotellado”, y en un mensaje claro y directo menciona: “Señora: Ud. puede eliminar los inconvenientes y las molestias de la cocina: Ya no tendrá Ud. humo, cochambre, ceniza, dificultad para prender el carbón. Ya no será necesario conservar las brasas en un cenicero, ni mandar blanquear frecuentemente la cocina. Ahora han llegado a esta ciudad unas estufas que usan como combustible un gas embotellado a presión que arde con una llama sumamente caliente sin hacer humo, sin dar ningún olor y sin dejar el menor residuo. Si Ud. pone un trasto esmaltado sobre la llama de este gas, no deja en su fondo ningún hollín”. La misma agencia Grafos menciona la “gran variedad de estufas, desde la pequeñita para una persona sola, hasta la gran estufa con horno de regulador automático, reloj, etc. para una familia grande. Real y positivamente las estufas de gas embotellado son un adelanto; véalas Ud. funcionar en la casa Núm. 12 del Portal Hidalgo de Puebla”.

El gas empleado en las estufas se promocionaba como una energía barata, sin humo, sin olor y aparentemente limpio. El gas natural Aguilane lo distribuía la Cía. Kerogas de México, su campaña publicitaria indicaba que “La rapidez instantánea con que Aguilane le dará todo el calor necesario para cocinar sus comidas, terminará para siempre con las diarias apuraciones teniendo preparados sus alimentos a tiempo. Pregunte a quien lo conoce”.

Por la aparición de estas nuevas tecnologías, Salvador Novo el ilustre cronista mexicano, narra en su libro Cocina mexicana o Historia gastronómica de la ciudad de México los cambios ocurridos en las cocinas: “Ahora cocinamos con gas, en trastos de aluminio. Adiós al brasero, al aventador, al carbón”.

Como todo aparato de uso constante, las estufas también se descomponían, por lo que había que llamar al “técnico especialista en reparación de estufas de gas”. En el año de 1956, en el Almanaque Dulce aparece el anuncio del Servicio de Estufas S. A., que indicaba que “Únicamente reparamos estufas y aparatos de gas” y no cobraban por hacer el presupuesto: “Las amas de casa pueden ahora contar con el único servicio en México especializado en reparación de estufas de gas. Estamos dedicados exclusivamente a este ramo, contando con un extenso surtido de refacciones: perillas, jaladeras, parrillas, quemadores, etcétera, para cada marca de estufas. Servicio Urgente a Domicilio”.

La primera estufa de gas que mi abuela Aurora adquirió fue de segunda mano. Compró y engordó una cochina que luego vendió para obtenerla. Sobre esta estufa tenía siempre la tetera inglesa que su papá adquirió cuando ella nació, tetera usada para calentar el agua.

Estufas de gas hechas para durar. En mis 47 años de casada solo he tenido dos estufas, la inicial que compramos ya para casarnos (1968), de marca IEM, misma que tuvimos por 40 años, y la que ahora tenemos una Bosch, estufa que combina tecnología, calidad y sofisticación.

Para apreciar diferentes marcas y modelos de estufas de gas antiguas, les invito a mirar los sitios: http://www.antiquegasstoves.com/;

http://www.antiquestoveheaven.com/#!okeefe–merritt-/c1stv;

http://www.dreamstoves.com/o-keefe—merritt.html

https://www.facebook.com/pages/

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SECCIÓN CULINARIA. LOS CHILES EN NOGADA

 

De justa fama ha gozado la cocina poblana por lo sabroso de sus guisos.
Damos a continuación algunas de sus fórmulas, todas ellas muy prácticas,
puesto que han sido escogidas del diario menú de las damas poblanas,
cuyo buen gusto es reconocido. Creemos que nuestras lectoras
sabrán agradecernos el esfuerzo que ponemos en complacerlas.
Revista Mignon, 1919.

Como seguimos en temporada de nuez de Castilla, en esta sección culinaria conoceremos la receta de los Chiles en Nogada de Charo Fernández y Manuel Mondragón, cocineros del Centro Mexicano de Cultura Culinaria en Puebla, quienes amablemente en una sesión especial para nosotros, realizaron la laboriosa preparación de los chiles !Muchas gracias a ellos!

Receta

CHILES EN NOGADA

Ingredientes:

Chiles poblanos

Relleno: durazno, manzana, pera, plátano macho, almendras, pasas, carne de res, carne de puerco, jitomate, ajo, cebolla, sal, pimienta, canela y manteca.

Nogada: nuez de Castilla, leche, crema, queso de cabra, azúcar y jerez.

Capear: harina y huevos.

Para componer el chile: nogada, granada y perejil.

Estudiando esta receta de Chiles en Nogada notamos su evolución respecto al período de su creación, en el siglo XIX. Este es el momento de nuevos gustos, ya que la receta demuestra una gran innovación en la elección de los ingredientes que la componen. Tenemos a las frutas: durazno, manzana, pera, plátano macho, granada, almendras y de las uvas, las pasas y el jerez. Las carnes de carnicería: res y puerco y la manteca. Los lácteos: leche, crema y queso de cabra. Los condimentos -tanto de “sabor fuerte”: sal, pimienta y canela- como un condimento dulce: azúcar. Las plantas: chile poblano, perejil, jitomate, ajo y cebolla. Un cereal: la harina.  Y los huevos. Aquí se vislumbra en todo su esplendor una nueva cocina poblana; cocina mixtura de las cocinas heredadas: la prehispánica, la española, la árabe y la asiática, mismas que han emanado de generación en generación, siendo las cocineras poblanas las que con paciencia, gusto y precisión, han recreado estos saberes y sabores de las culturas expresadas.

MANERA DE HACERSE

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LOS CHILES EN NOGADA

                           Por ti mi verso se aroma Puebla en cocina trocada,
con el dulce picadillo de los chiles en nogada.
José Receck Saade.

Los mejores Chiles en Nogada los hacía mi mamá. Esto es lo que escuchamos frecuentemente cuando las personas se refieren a los Chiles en Nogada, preparados en sus casas con la receta de la familia. Por lo tanto, hay tan buenos chiles en nogada como tantas familias poblanas los preparan.

A la cocina de Puebla entraron saberes, sabores, aromas, colores y texturas, todos, en los ingredientes empleados en la preparación de sus platillos, y la mejor muestra de todo ello la tenemos en los ingredientes de los Chiles en Nogada.

Dice la leyenda que los primeros chiles los hicieron las monjas del convento agustino de Santa Mónica para ofrecérselos a Agustín de Iturbide durante su visita a Puebla, un 28 de agosto, día de San Agustín. Fabián Valdivia y Manli Luz, en su artículo “Su Majestad el Chile en Nogada” -publicado en la revista Vía México- advierten que “poco hay de cierto en esto”, ya que Iturbide visitó Puebla del 2 al 5 de agosto de 1821 (no el 28) y que, a la fecha, no se ha localizado documento que narre lo dicho.

La temporada de los Chiles en Nogada empieza a principios del mes de agosto, cuando ya hay la nuez para la nogada. Cuando mi mamá se disponía a hacer los chiles, con anticipación iba al mercado a abastecerse de todo lo necesario. Un día antes preparaba el picadillo para el relleno de los chiles y limpiaba la nuez, siempre contando con la ayuda de nosotras, sus hijas; eso sí, tenía que estarnos cuidando para que no nos comiéramos la nuez o la fruta picada. El mero día de la comida los chiles se tostaban limpiaban y desvenaban. Después, se enharinaban, capeaban y freían para, finalmente, “componerlos” con la nogada, la granada y el perejil. Aunque los sirviera de manera individual -después de una sopa ligera-, su gusto era poner algunos de ellos en un platón y colocarlos al centro de la mesa; si alguien apetecía otro chile, de ahí lo tomaba.

Para mi mamá, una tradición era disponer platones con chiles y mandárselos a sus consuegras, y ellas después le devolvían el platón con algún bocadillo. El platón más esperado era el que llegaba de casa de la Sra. Malena, ya que lo devolvía con los deliciosos “dulces de platón” que ella misma hacía. Mi mamá nos daba probaditas y después se los guardaba, aunque acabábamos encontrándolos para comerlos.

En el recetario de mi abuela materna, Aurora Monterrubio de la Peña, y ya que estamos en temporada de Chiles en Nogada éstas son sus recetas: la núm. 41 en la página 73 y núm. 42 en la página 74.

Receta

CHILES EN NOGADA

Se asan y pelan los chiles y se desvenan; luego se muele nuez pelada con azúcar y se hace el picadillo como para los otros chiles y se rellenan con el picadillo se capean con huevo y se cubren con la nuez, granos de granada y perejil picado.

Como ocurre frecuentemente en los recetarios, una receta refiere comúnmente a las anteriores, en este caso, el picadillo para los chiles es como el de “los otros chiles”, así que no queda más que revisar nuevamente el recetario para tener la receta completa.

Receta

NOGADA

Se pelan, se lavan y muelen muy bien las nueces; se echan a remojar el pan y se echa solo el migajón y queso fresco. Todo se muele y se revuelve muy bien con sal y aceite de comer. Se compone con granada, perejil picado, alcaparras y más aceite de comer.

La incorporación de las alcaparras y el aceite de comer -aceite de oliva- para “componer” el chile, más bien obedece a la costumbre que prevalecía en el siglo XIX, de poner alcaparras y aceite de comer a algunos de los platillos que se servían en platón para llevarse a la mesa.

 

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EL PETRÓLEO Y SU COMBUSTIÓN EN LA ESTUFA

La era del petróleo llega a la cocina.
Armando Farga.

En los años veinte apareció la estufa de petróleo o tractolina, un puente entre el brasero de carbón y la estufa de gas. Las señoras de la casa ya no se preocuparían más, de la preparación y conservación del fuego. Las revistas femeninas fueron su principal medio de difusión, los anuncios que promocionaban su venta mencionaban que las estufas eran un aparato ecológico por el uso del petróleo como combustible además de “Con el objeto de evitar la tala inmoderada de los bosques”. Asimismo señalaban que el petróleo era el combustible del futuro. Este era procesado por las compañías: El Águila, la Huasteca Petroleum Company, la California Estándar Oil Co. y Petróleo Refinado Huasteca. Sin embargo, el uso de la estufa de petróleo no fue inmediato, este nuevo aparato tardaría en ser aceptado en las cocinas mexicanas, ya que los braseros eran parte importante de su historia culinaria.

En Puebla, las revistas Mignon, Revista de Oriente y del Comercio fueron los medios que publicitaron a las estufas como “los aparatos indispensables para una cocina funcional”. Una marca anunciada era la Boss, de “La mayor conveniencia por su excelente funcionamiento… queman tractolina o petróleo… encendido instantáneo… gran producción de calor por su perfecta gasificación… segura… consumo económico… lujosa presentación…”. También, la estufa Perfection anunciaba que el petróleo como su combustible “resultaba más barato que el carbón, sin humo, sin ceniza, sin olor, de encendido instantáneo, quemador protegido y calor regulable al gusto”-. Además, a las amas de casa en la compra de la estufa, les ofrecían gratis una demostración, un catálogo ilustrado y un recetario. Solo que todo aquello de “sin olor y sin humo” no era del todo cierto, ya que el olor que despedía la combustión del petróleo era muy desagradable y el humo impregnado en las paredes era muy pegajoso -por lo que lavar la cocina era más tedioso-. Otro problema eran las mechas de encendido, estas se quemaban rápidamente por lo que había que estarlas reponiendo constantemente, lo que representaba un gasto más. Aparte, con la estufa de petróleo en la cocina, la seguridad era muy precaria ya que los accidentes eran frecuentes puesto que el petróleo podía encenderse o explotar.

Algunas estufas de petróleo incorporaban un horno, y como este carecía de termostato, para conocer la temperatura al cocinar se recomendaba lo siguiente: “en una charola de horno poner un poco de harina extendida, meterla al horno ya caliente y cuando la harina tenga los siguientes colores: color paja en 5 minutos, es que está el horno a calor suave; color café claro en 5 minutos, es que está el horno a calor moderado; color café obscuro en 5 minutos, es que está el horno a calor fuerte; color café muy obscuro en sólo 3 minutos, es que está el horno a calor muy fuerte”.

El barrio de mi adolescencia Santiago, Puebla, era un mundo lleno de personas entrañables, una de ellas era Don Neri. Él era el dueño de la tlapalería más importante del barrio y como en las buenas tlapalerías, vendía de todo. También era el principal proveedor de petróleo, este lo tenía en grandes toneles, por lo que se requería de una bomba para servirlo al recipiente.

En 1984, a los ocupantes de la Penitenciaria de San Javier, Puebla, los trasladaron al Cerezo. Sus pertenencias se quedaron en la Penitenciaria, entre ellas, sus estufas de petróleo, las que les servían para cocinar sus alimentos y que en el Cerezo no les sería permitido tener. Evidentemente, aunque en las cocinas poblanas hacía años que estas estufas ya no se utilizaban, en ese lugar seguían siendo un objeto útil, aun después de sesenta años de su introducción a Puebla.

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