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EL GAS, EL COMBUSTIBLE MODERNO

La cocina como muchas otras cosas, solo puede sobrevivir  
si se renueva y se adapta a los cambios.
Curnonsky.

En México, la estufa de gas apareció a finales de la década de 1930 -una plancha de metal esmaltada en blanco de cuatro quemadores, debajo de los cuales está el horno y un cajón calienta platos-, y ya en los años cincuentas eran comunes en las cocinas mexicanas. El gas como combustible posibilitó en las estufas la concentración de la fuente calorífera, ya que la llama abierta quedó confinada en los límites de un quemador circular, lo que facilitó controlar la intensidad de la llama. Una ventaja más de estas estufas era contar con un termostato para regular la temperatura del horno, ingenioso diseño que revolucionó el quehacer cotidiano. Nuevamente, son las revistas femeninas el medio de difusión de las nuevas estufas. En enero del año 1940, la revista Mignon anuncia que la Agencia Grafos es una casa “progresista” que comunica las bondades de usar una estufa de gas: “Este sistema, una vez que sea conocido, se generalizará completamente pues en él se emplea un derivado del petróleo, que tanto abunda en nuestro país. Este derivado es el gas embotellado”, y en un mensaje claro y directo menciona: “Señora: Ud. puede eliminar los inconvenientes y las molestias de la cocina: Ya no tendrá Ud. humo, cochambre, ceniza, dificultad para prender el carbón. Ya no será necesario conservar las brasas en un cenicero, ni mandar blanquear frecuentemente la cocina. Ahora han llegado a esta ciudad unas estufas que usan como combustible un gas embotellado a presión que arde con una llama sumamente caliente sin hacer humo, sin dar ningún olor y sin dejar el menor residuo. Si Ud. pone un trasto esmaltado sobre la llama de este gas, no deja en su fondo ningún hollín”. La misma agencia Grafos menciona la “gran variedad de estufas, desde la pequeñita para una persona sola, hasta la gran estufa con horno de regulador automático, reloj, etc. para una familia grande. Real y positivamente las estufas de gas embotellado son un adelanto; véalas Ud. funcionar en la casa Núm. 12 del Portal Hidalgo de Puebla”.

El gas empleado en las estufas se promocionaba como una energía barata, sin humo, sin olor y aparentemente limpio. El gas natural Aguilane lo distribuía la Cía. Kerogas de México, su campaña publicitaria indicaba que “La rapidez instantánea con que Aguilane le dará todo el calor necesario para cocinar sus comidas, terminará para siempre con las diarias apuraciones teniendo preparados sus alimentos a tiempo. Pregunte a quien lo conoce”.

Por la aparición de estas nuevas tecnologías, Salvador Novo el ilustre cronista mexicano, narra en su libro Cocina mexicana o Historia gastronómica de la ciudad de México los cambios ocurridos en las cocinas: “Ahora cocinamos con gas, en trastos de aluminio. Adiós al brasero, al aventador, al carbón”.

Como todo aparato de uso constante, las estufas también se descomponían, por lo que había que llamar al “técnico especialista en reparación de estufas de gas”. En el año de 1956, en el Almanaque Dulce aparece el anuncio del Servicio de Estufas S. A., que indicaba que “Únicamente reparamos estufas y aparatos de gas” y no cobraban por hacer el presupuesto: “Las amas de casa pueden ahora contar con el único servicio en México especializado en reparación de estufas de gas. Estamos dedicados exclusivamente a este ramo, contando con un extenso surtido de refacciones: perillas, jaladeras, parrillas, quemadores, etcétera, para cada marca de estufas. Servicio Urgente a Domicilio”.

La primera estufa de gas que mi abuela Aurora adquirió fue de segunda mano. Compró y engordó una cochina que luego vendió para obtenerla. Sobre esta estufa tenía siempre la tetera inglesa que su papá adquirió cuando ella nació, tetera usada para calentar el agua.

Estufas de gas hechas para durar. En mis 47 años de casada solo he tenido dos estufas, la inicial que compramos ya para casarnos (1968), de marca IEM, misma que tuvimos por 40 años, y la que ahora tenemos una Bosch, estufa que combina tecnología, calidad y sofisticación.

Para apreciar diferentes marcas y modelos de estufas de gas antiguas, les invito a mirar los sitios: http://www.antiquegasstoves.com/;

http://www.antiquestoveheaven.com/#!okeefe–merritt-/c1stv;

http://www.dreamstoves.com/o-keefe—merritt.html

https://www.facebook.com/pages/

tenedor

EL PETRÓLEO Y SU COMBUSTIÓN EN LA ESTUFA

La era del petróleo llega a la cocina.
Armando Farga.

En los años veinte apareció la estufa de petróleo o tractolina, un puente entre el brasero de carbón y la estufa de gas. Las señoras de la casa ya no se preocuparían más, de la preparación y conservación del fuego. Las revistas femeninas fueron su principal medio de difusión, los anuncios que promocionaban su venta mencionaban que las estufas eran un aparato ecológico por el uso del petróleo como combustible además de “Con el objeto de evitar la tala inmoderada de los bosques”. Asimismo señalaban que el petróleo era el combustible del futuro. Este era procesado por las compañías: El Águila, la Huasteca Petroleum Company, la California Estándar Oil Co. y Petróleo Refinado Huasteca. Sin embargo, el uso de la estufa de petróleo no fue inmediato, este nuevo aparato tardaría en ser aceptado en las cocinas mexicanas, ya que los braseros eran parte importante de su historia culinaria.

En Puebla, las revistas Mignon, Revista de Oriente y del Comercio fueron los medios que publicitaron a las estufas como “los aparatos indispensables para una cocina funcional”. Una marca anunciada era la Boss, de “La mayor conveniencia por su excelente funcionamiento… queman tractolina o petróleo… encendido instantáneo… gran producción de calor por su perfecta gasificación… segura… consumo económico… lujosa presentación…”. También, la estufa Perfection anunciaba que el petróleo como su combustible “resultaba más barato que el carbón, sin humo, sin ceniza, sin olor, de encendido instantáneo, quemador protegido y calor regulable al gusto”-. Además, a las amas de casa en la compra de la estufa, les ofrecían gratis una demostración, un catálogo ilustrado y un recetario. Solo que todo aquello de “sin olor y sin humo” no era del todo cierto, ya que el olor que despedía la combustión del petróleo era muy desagradable y el humo impregnado en las paredes era muy pegajoso -por lo que lavar la cocina era más tedioso-. Otro problema eran las mechas de encendido, estas se quemaban rápidamente por lo que había que estarlas reponiendo constantemente, lo que representaba un gasto más. Aparte, con la estufa de petróleo en la cocina, la seguridad era muy precaria ya que los accidentes eran frecuentes puesto que el petróleo podía encenderse o explotar.

Algunas estufas de petróleo incorporaban un horno, y como este carecía de termostato, para conocer la temperatura al cocinar se recomendaba lo siguiente: “en una charola de horno poner un poco de harina extendida, meterla al horno ya caliente y cuando la harina tenga los siguientes colores: color paja en 5 minutos, es que está el horno a calor suave; color café claro en 5 minutos, es que está el horno a calor moderado; color café obscuro en 5 minutos, es que está el horno a calor fuerte; color café muy obscuro en sólo 3 minutos, es que está el horno a calor muy fuerte”.

El barrio de mi adolescencia Santiago, Puebla, era un mundo lleno de personas entrañables, una de ellas era Don Neri. Él era el dueño de la tlapalería más importante del barrio y como en las buenas tlapalerías, vendía de todo. También era el principal proveedor de petróleo, este lo tenía en grandes toneles, por lo que se requería de una bomba para servirlo al recipiente.

En 1984, a los ocupantes de la Penitenciaria de San Javier, Puebla, los trasladaron al Cerezo. Sus pertenencias se quedaron en la Penitenciaria, entre ellas, sus estufas de petróleo, las que les servían para cocinar sus alimentos y que en el Cerezo no les sería permitido tener. Evidentemente, aunque en las cocinas poblanas hacía años que estas estufas ya no se utilizaban, en ese lugar seguían siendo un objeto útil, aun después de sesenta años de su introducción a Puebla.

tenedor