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LAS TRADICIONALES FESTIVIDADES NAVIDEÑAS MEXICANAS: LAS POSADAS


No quiero oro, ni quiero plata,
yo lo que quiero es romper la piñata.
Dominio popular, Versos para la piñata.

La Navidad y su estrecha relación con prácticas y creencias religiosas muestra la gran riqueza y diversidad cultural de México. En nuestro país, la Navidad y su celebración aparecieron junto con los españoles, vinieron “en el mismo navío” decía Luis Rublúo; era uno de los universos incluídos en el proceso evangelizador de los religiosos.

Ya en el México prehispánico, los aztecas rememoraban a Huitzilopochtli -Dios Sol de la Guerra- durante el solsticio de invierno, el 25 de diciembre. De ahí que actualmente, en los últimos días del año, tenemos las tradicionales fiestas de la temporada navideña con una gran diversidad de rituales en los que se mezcla lo prehispánico, lo colonial y lo contemporáneo de nuestra cultura.

En algunas de las próximas entradas del blog hablaré sobre nuestras costumbres y tradiciones decembrinas relacionadas con la Navidad, mediante reseñas, comentarios, fotografías históricas y actuales, estampas y tarjetas y audio, todo esto para favorecer su conocimiento y difusión.

Las navidades mexicanas comprenden las posadas, las piñatas, el aguinaldo, la acostada del Niño Dios y la cena de Nochebuena.

En los primeros días de diciembre, se reunían las “personas mayores” para repartirse las casas donde durante nueve noches, se celebrarían las posadas.

Las fiestas iniciaban el 16 de diciembre con las “Nueve jornadas en honor de los Santos Peregrinos José y María”, y terminaban el 24 del mismo mes, y su disposición era la siguiente:

A la casa, la calle o el atrio, -adornados con faroles de papel y guías de pino- llegaban los familiares, amigos y vecinos a los que se les entregaban velitas, luces de bengala para quemar y folletitos para la procesión. Ésta se llevaba a cabo con el Misterio –una representación escénica del peregrinar de José y María- en andas –un tablero sostenido por dos barras horizontales y paralelas que servía para transportar imágenes- mientras se cantaba la letanía a María Santísima. Los accidentes propios de la procesión eran la prendida del cabello o de la ropa por las velitas, o que el Misterio terminara en el suelo, lo que ocasionaba gran desasosiego de los anfitriones.

1854, Artículo de costumbres, “Las posadas en la alta sociedad”, El Estravagante. Primer Calendario para 1855”. Imprenta de Juan R. Navarro. Méjico. Biblioteca Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1854, Artículo de costumbres, “Las posadas en la alta sociedad”, El Estravagante. Primer Calendario para 1855”. Imprenta de Juan R. Navarro. Méjico. Biblioteca Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1854, Artículo de costumbres, “Las posadas de la clase baja”, El Estravagante. Primer Calendario para 1855. Imprenta de Juan R. Navarro. Méjico. Biblioteca Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1854, Artículo de costumbres, “Las posadas de la clase baja”, El Estravagante. Primer Calendario para 1855. Imprenta de Juan R. Navarro. Méjico. Biblioteca Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Después de la procesión se pedía y daba posada: un grupo de personas quedaban dentro de la casa y otro fuera para iniciar el ritual de petición de posada, todos, -dentro y fuera- cantaban alternadamente los versos tradicionales. Ya adentro, en el recibimiento, se rezaba el rosario y se cantaban estrofas específicas a ello.

1880, “Las nueve jornadas de los Santos Peregrinos”, Editor A. V. Arroyo, México. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1880, “Las nueve jornadas de los Santos Peregrinos”, Editor A. V. Arroyo, México. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

“Pidiendo posada”. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

“Pidiendo posada”. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Y como no había posada sin piñata, inmediatamente después de pedir y dar posada, se rompían las piñatas. Estas eran en forma de estrella y con siete picos, cada uno representando los siete pecados capitales, por lo que el acto de romper la piñata significa la destrucción del demonio y de las malas pasiones. Las piñatas se hacían con las ollas que, usadas en la cocina, se habían rajado y que se guardaba para ese fin. Con papel de china de colores, se hacían tiras con chinos que se pegaban con engrudo para ir cubriendo los picos, y en sus puntas se ponían flecos. Las piñatas se llenaban de tejocotes, jícamas, cañas, cacahuates y naranjas. Cada golpe a la piñata era acompañado de cánticos alusivos. Nunca faltaba el niño golpeado por estar muy cerca del palo, o porque al romperse la piñata, algunos tepalcates les daban en la cabeza.

1951, Puebla. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1951, Puebla. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

 

1960, Puebla. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

1960, Puebla. Centro de Documentación Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Después de romper la piñata venía la entrega de los aguinaldos precedidos por los versos concernientes. Se entregaban unas canastitas de papel crepé o de carrizo llenas de dulces: confites, pastillas de sabores, nueces de cáscara de papel y coquitos de aceite (el contenido de las canastitas casi siempre se terminaba antes de llegar al hogar). En algunas casas se ofrecían bocadillos y ponche y algunas veces se hacía un baile familiar. Otro tipo de aguinaldos también eran regalos que se daban por las Navidades a trabajadores como vigilantes y veladores, quienes iban de casa en casa entregando tarjetitas con versos o villancicos y solicitando su regalo.

En Santiago, mi barrio, Don Neri -el dueño de la tlapalería más importante- hacía las posadas más grandiosas del barrio. Se cerraba la calle, 17 poniente, para hacer la procesión, pedir y dar posada y romper las piñatas, todo en perfecto orden. Algunas veces mi mamá no nos quería dar permiso de ir, ya que eran tumultuarias y temía que nos fuera a pasar “algo”.

Receta para el “Ponche” tomada del libro Así se come en Tlaxcala, de Yolanda Ramos Galicia, pag. 145, INAH, Gobierno de Tlaxcala, 1993. Reeditado en la serie Cocina Indígena y Popular, núm. 62, CONACULTA, 2014.

Receta

PONCHE

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tenedor