QUÉ ME ACONSEJA USTED PARA LA COMIDA DE HOY

Con su alto grado de ritualización y su poderosa inversión afectiva,
las actividades culinarias son para muchas mujeres de todas las edades

un lugar de felicidad, placer e inversión.
Luce Giard.

La preparación de los alimentos que se comen en casa viene precedida de la eterna pregunta “qué hacer de comer”, frase repetida todos los días por miles y miles de mujeres -independientemente de su condición social- que no siempre ven una solución fácil a esta pregunta, y menos si son recién casadas. Cómo dar respuesta a esta pregunta si no se sabe hacer nada, o no se quiere acudir a las mujeres de la familia en busca de un consejo… una posible respuesta: acudir a un recetario.

Rosario Castellanos -ensayista, poeta, cuentista y dramaturga (1925-1974)- nos describe en el libro “Álbum de familia” cuatro relatos con las diversas situaciones vitales que sus personajes enfrentan. “Lección de cocina” es un cuento que refiere los síntomas de angustia por los que atraviesa una recién casada cuando intenta  descifrar una receta de cocina. En palabras de ella: “Yo contaba con que el sacrificio, el renunciamiento completo a lo que soy, no se me demandaría más que en la Ocasión Sublime, en la Hora de las Grandes Resoluciones, en el Momento de la Decisión Definitiva. No con lo que me he topado hoy que es algo muy insignificante, muy ridículo. Y sin embargo…” He aquí un fragmento de la narración:

“La cocina resplandece de blancura. Es una lástima tener que mancillarla con el uso. Habría que sentarse a contemplarla, a describirla, a cerrar los ojos, a evocarla… Mi lugar está aquí. Desde el principio de los tiempos ha estado aquí. En el proverbio alemán la mujer es sinónimo de Küche, Kinder, Kirche. Yo anduve extraviada en aulas, en calles, en oficinas, en cafés; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras. Por ejemplo, elegir el menú. ¿Cómo podría llevar al cabo labor tan ímproba sin la colaboración de la sociedad, de la historia entera?

En un estante especial, adecuado a mi estatura, se alinean mis espíritus protectores, esas aplaudidas equilibristas que concilian en las páginas de los recetarios las contradicciones más irreductibles: la esbeltez y la gula, el aspecto vistoso y la economía, la celeridad y la suculencia. Con sus combinaciones infinitas: la esbeltez y la economía, la celeridad y el aspecto vistoso, la suculencia y…

¿Qué me aconseja usted para la comida de hoy, experimentada ama de casa, inspiración de las madres ausentes y presentes, voz de la tradición, secreto a voces de los supermercados? Abro un libro al azar y leo: “La cena de don Quijote.” Muy literario pero muy insatisfactorio. Porque don Quijote no tenía fama de gourmet sino de despistado. Aunque un análisis más a fondo del texto nos revela, etc., etc., etc. Uf. Ha corrido más tinta en torno a esa figura que agua debajo de los puentes.

“Pajaritos de centro de cara.” Esotérico. ¿La cara de quién? ¿Tiene un centro la cara de algo o de alguien? Si lo tiene no ha de ser apetecible. “Bigos a la rumana.” Pero ¿a quién supone usted que se está dirigiendo? Si yo supiera lo que es estragón y ananá no estaría consultando este libro porque sabría muchas otras cosas.

Si tuviera usted el mínimo sentido de la realidad debería, usted misma o cualquiera de sus colegas, tomarse el trabajo de escribir un diccionario de términos técnicos, redactar unos prolegómenos, idear una propedéutica para hacer accesible al profano el difícil arte culinario. Pero parten del supuesto de que todas estamos en el ajo y se limitan a enunciar.

Yo, por lo menos, declaro solemnemente que no estoy, que no he estado nunca ni en este ajo que ustedes comparten ni en ningún otro. Jamás he entendido nada de nada. Pueden ustedes observar los síntomas: me planto, hecha una imbécil, dentro de una cocina impecable y neutra, con el delantal que usurpo para hacer un simulacro de eficiencia y del que seré despojada vergonzosa pero justicieramente…”

Por todo lo comentado, se agradece que grandes señoras de la cocina mexicana, como Josefina Velázquez de León y Chepina Peralta, se hayan preocupado por crear recetarios factibles de entender. De Josefina tenemos “La cocina de la recién casada” con sus “Recetas experimentadas y garantizadas por la Academia de Cocina, Repostería y Decorado Velázquez de León”, libro que proporciona información sobre “la preparación de los alimentos, de cómo elegir los ingredientes en el mercado, cuales son los convenientes por su calidad y costo y cómo planear los menús, cómo servirlos, etc.” De Chepina tenemos la “Cocina para la recién casada”, -que en 1999 ya marchaba en su décima edición- un libro cuyo propósito es inspirar confianza a la recién casada convirtiéndola en excelente cocinera a las que no solo “se le admire por su gusto al elaborar sus menús, sino también por su información acerca de los requerimientos nutritivos básicos para alimentar y mantener en forma una familia sana”.  Josefina Velázquez de León y Chepina Peralta, en sus recetarios, dieron sensibles respuestas a las preguntas de las recién casadas para mejorar su labor cotidiana: cocinar para el prójimo.

Mujeres de todas las edades, muchas de ellas se dedicaron al trabajo cotidiano de preparar la comida de todos los días. Concepto de imagen: Lilia Martínez. 2011. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

Mujeres de todas las edades, muchas de ellas se dedicaron al trabajo cotidiano de preparar la comida de todos los días. Concepto de imagen: Lilia Martínez. 2011. Fototeca Lorenzo Becerril A.C.

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